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Villa Romana de la Quintilla

La villa ha sido objeto de numerosas campañas de excavación desde inicios de la década de los ochenta. Estas intervenciones no han sido exclusivamente de carácter arqueológico, ya que en paralelo a los trabajos de excavación se han venido consolidando y restaurando todas las estructuras arqueológicas aparecidas, convirtiéndose la actuación desplegada en este yacimiento, de este modo, en un ejemplo a seguir en cuanto al método de afrontar una intervención arqueológica.

Las estructuras halladas se encuentran distribuidas en dos alturas diferentes, levantadas sobre dos terrazas. Ambos espacios están unidos por una escalera de piedra situada en el ángulo Sureste del atrio que  fue la estancia principal de la villa y que sirve de elemento articulador de todas las estancias de la terraza superior.


Sus dimensiones son de unos 6,90 por 7,10 metros; en el centro se sitúa el impluvium, especie de depósito que recogía el agua de la lluvia, con cuatro bloques de piedra escuadrados en las esquinas sobre las que se levantaban cuatro columnas, en las que apoya el tejado de este patio interior. Al Sur se disponía otra sala pavimentada, al igual que el impluvium, con mosaicos y desde la cual se accedía a los baños de la villa que aún se encuentran en proceso de excavación y que están rotos parcialmente por la construcción de un camino.

Toda la terraza superior parece que tuvo un marcado carácter residencial, debido a la presencia de suelos realizados a base de opus tessellatum, pequeñas piedras de colores que componen un mosaico. En la parte superior se documento otro patio, en torno al cual se articulan gran cantidad de habitaciones residenciales pero que al contrario de otras villas no dan directamente al patio.
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El Museo Arqueológico Municipal de Lorca muestra importantes colecciones arqueológicas que permiten adentrarte en la Prehistoria e Historia de Lorca, desde las primeras huellas de la presencia humana hace 30.000 años hasta el final de la Edad Media.

La trayectoria del Museo Arqueológico Municipal de Lorca desde su inauguración en marzo de 1992 hasta la actualidad, ha sido siempre la de ser de utilidad a la sociedad a la que está vinculado para el desarrollo cultural y el deleite personal. A lo largo de los veintitrés años de funcionamiento se ha intentado imbricar las diferentes funciones de conservación, investigación, exposición, educación y difusión que recoge la Ley 16/1985, de Patrimonio Histórico Español en su definición de museo (Título VII, art. 59.3), de tal forma que fuera en todo momento un centro vivo al servicio de la comunidad a la que va destinado.


El discurso expositivo se ha proyectado empezando por lo más antiguo (Paleolítico Medio) hasta llegar al siglo XV. Una parte importante de las piezas expuestas procede de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el subsuelo de la ciudad de Lorca, que han permitido constatar que nos encontramos en uno de los yacimientos más importantes del sureste peninsular poblado de forma ininterrumpida desde hace 5500 años. Se completa la exposición con piezas procedentes de donaciones de lorquinos, amantes de Lorca y su historia, realizadas fundamentalmente antes de la apertura del Museo en 1992.

Las piezas se agrupan por culturas y en distintos ámbitos donde se recrean pequeñas historias o aspectos de la vida en el pasado de diferentes formas, buscando la comprensión del visitante a base de maquetas, ambientaciones, ilustraciones y dibujos abocetados en blanco y negro.

Recordar que la entrada al museo es totalmente gratuita y su horario es el siguiente:

- De martes a sábado, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 19:00

 - Domingo de 10:00 a 14:00

 * Cerrado todos los lunes del año y 25 de diciembre y 1 y 6 de enero
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Los romanos comenzaron la conquista de Hispania tras derrotar a los cartagineses con la colaboración de las tribus indígenas, que, aunque no de forma unánime, habían apoyado la causa romana. Desde el año 197 a.C. el territorio de la Península Ibérica en poder de los romanos se partió en dos circunscripciones distintas, la Hispania Citerior, al norte, y la Ulterior, al sur. La zona de Lorca quedaría integrada dentro de la Citerior, recibiendo paulatinamente la fuerte influencia de la romanización que llegaba desde el puerto de Carthago Nova.

Para entender la conquista romana del Valle del Guadalentín hay que tener en cuenta la estratégica situación del poblado ibérico de Lorca, con una importante población indígena dominando la ruta natural de paso por donde se desplazarían las tropas y circularían las mercancías.


Antes de la conquista efectiva de la comarca por los romanos, los pequeños poblados ibéricos, al igual que el gran oppidum de Lorca, empezaron a recibir productos itálicos de importación. La llegada de estos objetos se generaliza tras la vinculación de estas poblaciones al proceso de romanización tras la conclusión de la Segunda Guerra Púnica (206 a.C.).

La progresiva penetración romana irá produciendo una transformación gradual en estos núcleos de población, pero no será hasta la segunda mitad del siglo I a.C. y el cambio de Era cuando se documenta la existencia de las primeras villae en la comarca del Alto Guadalentín. Algunos de estos establecimientos buscan la proximidad a lugares de tradición ibérica, aprovechando los mismos recursos agropecuarios que anteriormente explotaba la población indígena, a la vez que van asimilando a estas gentes en el proceso de romanización.

Dos buenos ejemplos de este tipo de villas fueron la Torre de Sancho Manuel y La Hoya de la Escarihuela. Desde ambos centros se puso en explotación cercano a la vía de paso que une el Valle del Guadalentín con el de Almanzora y el puerto de Baria (Villaricos). Semejante función realizó en el interior de la comarca lorquina el yacimiento de Los Villares, emplazado junto a la ruta de comunicación que configuró el río Turrilla.
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Las villa romanas estaban pensadas originalmente como viviendas de carácter rural, cuyas edificaciones formaban el centro de una propiedad agraria. Nos encontramos por tanto, que en la época Antigua de Roma, la función de las mismas era de servir como residencia principal a los primeros pobladores, al mismo tiempo que se explotaban los terrenos circundantes.

Con el gran aumento de población, y el establecimiento de la misma en grandes núcleos urbanos, la funcionalidad de muchas de las villas cambia, convirtiéndose en grandes residencias aristocráticas​, combinando funciones de descanso y reposo (casa de campo) y productivas. Desde el punto de vista arquitectónico y artístico constituyen una de las modalidades más notables de edificación romana.


Debemos distinguir tres tipos de villas:

Villa rustica: están destinadas a la explotación agraria o ganadera. No solían ser tan lujosas como las urbanas. Presenta edificios para el ganado, bodegas, almacenes, huertos,… Además del edificio donde vivía el dueño.

Villa urbana: son residencias lujosas y ostentosas destinadas a las familias acomodadas aristocráticas o terratenientes, utilizadas como lugares de recreo. Presentan todo tipo de comodidades, como termas.

Villa imperial: como su nombre indica, es donde se residía el emperador. Son las más impresionantes y ostentosas, y solían estar bien protegidas. Comienzan a construirse con el comienzo de este nuevo régimen.

En cuanto a las partes de la villa, debemos destacar las siguientes:

Pars urbana: es la vivienda del dueño, desde donde se dirige la villa y se organiza todos los aspectos de la producción. Solían reproducir el esquema básico de la domus, estando organizada en torno a peristilo, aunque claramente con diferencias. Poco a poco irán adquiriendo comodidades propias de las zonas urbanas.

Pars rustica:. Aquí se guardaban las herramientas y, es el lugar donde vivían el capataz y el administrador de la propiedad. Estas instalaciones estarían organizadas en torno a un patio central alrededor del cual, se encontraban las alcobas de los esclavos, la culina (que servía de lugar de reunión y trabajo) y los establos.

Pars frumentaria: esta parte está dedicada a la función de elaboración, conservación y almacenaje de la producción agrícola. Aquí podíamos encontrar las bodegas (cella vinaria), los almacenes, los graneros (horrea granaria), el molino (pistrinum). Junto a la villa se encontraban los cobertizos para los carros y para proteger las mieses en épocas de tormenta.

Además de estas partes, se observa una integración ideológica y espiritual, incorporando un baptisterio y un mysterium. Mucha villas se desarrollan en torno a lugares de culto.


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El programa decorativo de la villa es uno de los más conocidos en la Región de Murcia, ya que se han conservado la mayor parte de los mosaicos, así como parte de la pintura mural que decoraba las paredes.

El atrio estaría decorado por un pavimento de opus tessellatum en blanco y negro con decoración en octógonos secantes y unidos, creando una serie de cuadrados de menor tamaño en sus uniones y hexágonos alargados entre los filetes negros. El impluvium está decorado en su centro con un mosaico que representa un clípeo relleno de triángulos negros decrecientes hacia el centro.

Otra de las estancias, al Sur,  está pavimentada con un mosaico en blanco y negro con círculos entrelazados que crean flores de cuatro pétalos. En esta sala, las paredes estuvieron recubiertas por ricos estucos  en grandes paneles rectangulares verdes separados  por franjas rojas y amarillas en las que se dibujan guirnaldas y frutos, además de pájaros, lo que le convertía en una de las estancias más ricas de la casa. En algunas paredes de otras habitaciones se ha documentado un estuco o revoco de color blanco.


En el mosaico de otra de las estancias aparece una diosa dentro de un círculo recostada sobre una concha sostenida por dos tritones, siendo sobrevolada por dos amorcillos alados que extienden un ancho velo. Este medallón se encuentra dentro de un cuadrado en cuyos ángulos y enmarcados en cuartos de círculos se disponen personificaciones en forma de busto de las cuatro estaciones con sus atributos. En uno de los lados hay un rectángulo con representaciones de cráteras, peces y aves, mientras que en los otros tres había círculos entrelazados. En una última habitación aparece un pavimento decorado con hexágonos además de con  unas hojas de acanto muy estilizadas acompañadas por unas hojas de hiedra.

Dicho mosaico fue extraído y actualmente puede visitarse en las escaleras del Museo Arqueológico de la ciudad de Lorca.

Como siempre, instamos a visitar la sección de Bibliografía y enlaces de interés, donde podrán encontrarse distintos artículos con muchísima más información relacionada con los mosaicos y con otros aspectos generales.
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Desde época prehistórica el Valle del Guadalentín fue aprovechado como área de asentamiento por el hombre, ello se debió fundamentalmente a la proximidad del agua, recursos naturales próximos y a que era una importante vía de comunicación que conectaba el sudeste con las tierras Altas de Andalucía. Estos factores condicionaron y facilitaron el asentamiento de números hábitat que ya desde la Prehistoria poblaron este valle y que se manifiesta en los abundantes restos arqueológicos que en la actualidad se documentan en Lorca, que se ha convertido en el municipio con más yacimientos localizados en la Región de Murcia.

En Lorca el asentamiento más antiguo se remonta al Calcolítico, los restos hallados en el Barrio de San Juan y en la Iglesia de las Madres Mercedarias así lo muestran. Sin embargo, estos restos, en su mayoría cerámicas o huellas de postes o fondos de cabaña, son escasos porque han sido reutilizados por los sucesivos ocupantes de la ladera del Castillo.


En la Edad del Bronce podemos seguir constatando la ocupación del área de la actual ciudad; de Cultura del Argar se han documentado numerosos restos arqueológicos; casas destinadas tanto a vivienda como a lugar de trabajo (halladas en el transcurso de la excavaciones de Iglesia de las Madres Mercedarias), numerosas tumbas documentadas en la excavación de numerosos solares y gran cantidad de restos cerámicos, utensilios de trabajo y objetos de adorno conservados y expuestos en la actualidad en el Museo Arqueológico de Lorca.

Con la desaparición de la cultura del Argar, ya avanzado el segundo milenio a.C. entramos en un período de oscuridad del cual no se tienen muchas noticias arqueológicas en Lorca pero que da a paso al asentamiento ibérico que ha aportado impresionantes materiales arqueológicos que testimonian una vez más la gran importancia que ha tenido Lorca a lo largo de toda su Historia.

El Cerro del Castillo, y sus alrededores, como el Cejo de los Enamorados, supone un lugar que permite ejercer el control de los territorios circundantes, y fue por tanto el lugar elegido para la ubicación de la acrópolis, situándose la población íbera en las laderas, en viviendas cuyos restos han sido encontrados en las excavaciones realizadas en los sótanos del Colegio de la Purísima, o en la Plaza Juan Moreno; por norma general presentan planta cuadrada o rectangular y están separadas por estrechas calles. Los zócalos de las casas son de mampostería y las paredes fueron levantadas con adobes y techadas con entramados de cañas y barro.

Estos poblados siempre se vinculan a un Santuario y una Necrópolis, los primeros restos de los que tenemos conocimiento, asociados a enterramientos ibéricos se sitúan en los cimientos de un edificio colindante a la calle Corredera, pero es en las excavaciones de la Calle Rubira donde se localizaron una serie de enterramientos que se han podido fechar con exactitud a finales del siglo V a.C. y comienzos del VI a.C. Sin embargo ha sido en la c/ Corredera donde se han encontrado las más importantes tumbas ibéricas, cuyos ajuares aparte de los objetos propios de la cultura ibera (cerámica pintada, armas, objetos de adorno en hueso) ha sacado a la luz numerosas cerámicas de importación, de origen ático, que prueba la inclusión de Lorca en las más importantes vías de comunicación de la época. Destacan otros elementos de prestigio, como una rueda de carro, realizada íntegramente en hierro y que es la mayor de su tamaño excavada hasta la fecha.

Al mismo tiempo, mantendrán relaciones también con los púnicos, como atestiguan los materiales de esta cultura hallados en la excavación del barrio conocido como La Alberca.
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Web dedicada al BIC que supone la Villa Romana de la Quintilla (en Lorca), como parte de la asignatura de TIC del Grado de Historia de la Universidad de Murcia (Curso 2019 - 2020).

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