Anteriores a los romanos, Lorca Pre y Protohistórica

by - diciembre 28, 2019

Desde época prehistórica el Valle del Guadalentín fue aprovechado como área de asentamiento por el hombre, ello se debió fundamentalmente a la proximidad del agua, recursos naturales próximos y a que era una importante vía de comunicación que conectaba el sudeste con las tierras Altas de Andalucía. Estos factores condicionaron y facilitaron el asentamiento de números hábitat que ya desde la Prehistoria poblaron este valle y que se manifiesta en los abundantes restos arqueológicos que en la actualidad se documentan en Lorca, que se ha convertido en el municipio con más yacimientos localizados en la Región de Murcia.

En Lorca el asentamiento más antiguo se remonta al Calcolítico, los restos hallados en el Barrio de San Juan y en la Iglesia de las Madres Mercedarias así lo muestran. Sin embargo, estos restos, en su mayoría cerámicas o huellas de postes o fondos de cabaña, son escasos porque han sido reutilizados por los sucesivos ocupantes de la ladera del Castillo.


En la Edad del Bronce podemos seguir constatando la ocupación del área de la actual ciudad; de Cultura del Argar se han documentado numerosos restos arqueológicos; casas destinadas tanto a vivienda como a lugar de trabajo (halladas en el transcurso de la excavaciones de Iglesia de las Madres Mercedarias), numerosas tumbas documentadas en la excavación de numerosos solares y gran cantidad de restos cerámicos, utensilios de trabajo y objetos de adorno conservados y expuestos en la actualidad en el Museo Arqueológico de Lorca.

Con la desaparición de la cultura del Argar, ya avanzado el segundo milenio a.C. entramos en un período de oscuridad del cual no se tienen muchas noticias arqueológicas en Lorca pero que da a paso al asentamiento ibérico que ha aportado impresionantes materiales arqueológicos que testimonian una vez más la gran importancia que ha tenido Lorca a lo largo de toda su Historia.

El Cerro del Castillo, y sus alrededores, como el Cejo de los Enamorados, supone un lugar que permite ejercer el control de los territorios circundantes, y fue por tanto el lugar elegido para la ubicación de la acrópolis, situándose la población íbera en las laderas, en viviendas cuyos restos han sido encontrados en las excavaciones realizadas en los sótanos del Colegio de la Purísima, o en la Plaza Juan Moreno; por norma general presentan planta cuadrada o rectangular y están separadas por estrechas calles. Los zócalos de las casas son de mampostería y las paredes fueron levantadas con adobes y techadas con entramados de cañas y barro.

Estos poblados siempre se vinculan a un Santuario y una Necrópolis, los primeros restos de los que tenemos conocimiento, asociados a enterramientos ibéricos se sitúan en los cimientos de un edificio colindante a la calle Corredera, pero es en las excavaciones de la Calle Rubira donde se localizaron una serie de enterramientos que se han podido fechar con exactitud a finales del siglo V a.C. y comienzos del VI a.C. Sin embargo ha sido en la c/ Corredera donde se han encontrado las más importantes tumbas ibéricas, cuyos ajuares aparte de los objetos propios de la cultura ibera (cerámica pintada, armas, objetos de adorno en hueso) ha sacado a la luz numerosas cerámicas de importación, de origen ático, que prueba la inclusión de Lorca en las más importantes vías de comunicación de la época. Destacan otros elementos de prestigio, como una rueda de carro, realizada íntegramente en hierro y que es la mayor de su tamaño excavada hasta la fecha.

Al mismo tiempo, mantendrán relaciones también con los púnicos, como atestiguan los materiales de esta cultura hallados en la excavación del barrio conocido como La Alberca.

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